En nuestra iglesia, creemos que la Biblia es la Palabra viva de Dios y la guía para toda nuestra fe y práctica. Todo lo que hacemos se basa en las verdades eternas que Dios nos ha revelado en Su Palabra.
Creemos que la Biblia está completamente inspirada por Dios, escrita por hombres bajo la dirección del Espíritu Santo. Es la verdad sin error y la guía perfecta para nuestra vida diaria. A través de ella, Dios nos enseña quién es Él y cómo debemos vivir.
Creemos en un solo Dios verdadero, eterno y todopoderoso, que se revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas distintas pero un solo Dios, que actúa en perfecta unidad.
Creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, enviado al mundo para redimirnos. Nació de una virgen, vivió sin pecado, murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó al tercer día y ascendió al cielo. Hoy vive y reina, intercediendo por nosotros ante el Padre.
Creemos que la salvación es un regalo de Dios que se recibe por fe en Jesucristo. No podemos ganarla por nuestras propias obras; es el resultado de Su amor y gracia. En Cristo somos perdonados, restaurados y hechos nuevas criaturas.
Creemos en la presencia activa del Espíritu Santo, quien habita en cada creyente. Él nos da poder para vivir en santidad, nos guía en toda verdad, y nos equipa con dones espirituales para edificar la Iglesia y cumplir la obra de Dios.
Creemos que la Iglesia es el cuerpo de Cristo en la tierra, compuesta por todos los creyentes nacidos de nuevo. Somos llamados a vivir en unidad, amor y servicio, proclamando el evangelio y haciendo discípulos.
Creemos que el bautismo en agua es un testimonio público de nuestra fe en Cristo y del nuevo nacimiento. La Santa Cena es un recordatorio del sacrificio de Jesús y una celebración de nuestra comunión con Él y con los hermanos.
Creemos que Jesús volverá pronto, de manera visible y gloriosa, para reunir a Su Iglesia y establecer Su reino eterno. Esperamos Su venida con esperanza, viviendo vidas santas y fieles.
Creemos que en Cristo todos podemos tener un nuevo comienzo. Cuando le entregamos nuestra vida, Él perdona nuestros pecados y nos transforma desde adentro. Ya no vivimos bajo el pasado, sino bajo la gracia y el propósito de Dios.